ABeatrice Vio parece no intimidarle nadie pero estar ante la persona más poderosa del mundo sí que debió de causarle un poco de impresión.
«Le he dado la mano a Obama y os juro que es la primera vez que no sabía qué decir y no he tenido la valentía de pedirle un selfi. ¡No me había pasado nunca que me quedara sin palabras!».
La atleta italiana, medalla de oro en esgrima el mes pasado en los Juegos Paraolímpicos de Río, se sacudió pronto la vergüenza de encima y aprovechó su segunda oportunidad.
Poco después, durante la cena de estado que el presidente estadounidense brindó en la noche del martes al primer ministro italiano, Matteo Renzi (quien acudió a la Casa Blanca acompañado de una nutrida representación de compatriotas), Vio se saltó el protocolo y se tomó una autofoto con Obama.
La imagen de ambos sonrientes, publicada en la cuenta de Instagram de esta joven de 19 años, iba acompañada de un mensaje que parece su segundo lema vital: «It’s not possible? I’m sorry, I don’t understand these words». (¿No es posible? Lo siento, no entiendo esas palabras). El primero, como repite cada vez que le preguntan, es: «La vita è una figata» (La vida es una chulada). Siempre alegre, sonriente y rebosante de vida, a Bebe, como la llaman sus amigos, comenzaron a conocerla los italianos con un grito, el que dio el pasado 14 de septiembre cuando ganó por 15 a 7 a la china Jingjing Zhou en la final de esgrima en silla de ruedas. La muchacha se puso como loca al coronar un sueño de la infancia, iniciado cuando probó la esgrima tras descubrir que otros deportes no eran para ella. «De pequeña hacía gimnasia rítmica y al final del primer año me dijeron que íbamos a hacer una actuación. Les pregunté lo que se ganaba y me dijeron que nada, que sólo mostrar lo buenas que éramos a nuestros padres. Entendí que no era un deporte para mí. Probé luego con el voleibol, pero no pasé de la primera clase. Me aburrí al ver a chicas botando contra un muro. Salí y por suerte la puerta no te llevaba fuera sino a otro gimnasio donde hacían esgrima», contó hace unos días Vio en el ‘Corriere della Sera’.
Aquella pasión por el deporte de la espada pudo quedar truncada cuando, con once años, le diagnosticaron una meningitis muy agresiva que acabó provocándole una necrosis en las articulaciones. Los médicos tuvieron que amputarle los brazos a la altura de los codos y las piernas por debajo de las rodillas. También le dejó la infección cicatrices por todo el cuerpo, incluido el rostro. Un horror para cualquiera, tal vez aún más para una cría que ya apuntaba maneras con el florete. Fue víctima de la más grave epidemia de esta enfermedad en Italia y contra la que los chavales de su generación no estaban vacunados, pues el tratamiento se reservó para los niños más pequeños. Cuando salió del hospital tras pasarse ingresada 104 días les dijo a sus padres: «Dadme unas piernas y vuelvo a la esgrima». Le tocó descubrir primero que su deporte favorito tenía que hacerlo en silla de ruedas y luego encontrar un sistema para poder sostener la espada. «Intentamos fijar el arma con cinta adhesiva, pero no funcionaba. Luego inventaron un guante que la aguantaba. He tenido que adaptarme, el florete es 70% cabeza».
«No vale la pena estar triste»
Gracias a la rehabilitación, a su tenacidad y a sus ganas de vivir, Bebe se ha convertido en un símbolo de orgullo nacional para los italianos. Parece merecerlo a tenor de su filosofía vital, revelada al semanario ‘Famiglia Cristiana’: «No entiendo por qué tendría que estar enfadada cuando he sobrevivido a la enfermedad, estoy disfrutando la vida al máximo y me divierto muchísimo. Yo también tengo días ‘no’ en que me levanto con el pie cambiado, pero creo que somos nosotros los que decidimos cómo vivir. Si no eres tú el que dices que quieres vivir bien, nunca vivirás bien. No vale la pena estar triste: ¡es estupendo cruzarte con alguien con una sonrisa en el rostro». Al ‘Corriere’ le decía: «Minusválido es quien se siente minusválido, el que se pasa el día en el sofá porque piensa que no sabe hacer nada».
Siempre atento a vender lo mejor posible las maravillas de su país, Renzi decidió rodearse de grandes italianos en el momento cumbre de su viaje oficial a Estados Unidos, la cena de estado del martes. Además de tipos conocidos como los cineastas Roberto Benigni y Paolo Sorrentino, se hizo acompañar de otros personajes interesantes, como la propia Vio o la alcaldesa de Lampedusa, Giusy Nicolini. Renzi conseguía así que Obama se sumara a la lista de admiradores de esta joven a la que el cantante preferido de los adolescentes italianos, Jovanotti, ha bautizado con acierto como ‘La chica mágica’.
Bebe, sin manos ni pies, no para de triunfar
