BUENOS AIRES. Nick Hardt terminó aquí, con su eliminación en dobles mixtos junto a la guatemalteca María Rivera, una carrera juvenil sin precedentes para tenista dominicano alguno, que incluyó jugar cinco Grand Slam junior y unos Juegos Olímpicos de la Juventud.
Pero el miembro del equipo quisqueyano de Copa Davis desde los 16 años sale de la capital argentina con una enorme lección aprendida que espera repercuta en una carrera que tiene el cielo como techo y una deuda que prometió pagar al COD.
“El gran aprendizaje que me dejó esta hermosa experiencia es que cada partido hay que lucharlo como la muerte hasta el final, que uno no debe rendirse aunque esté debajo en el marcador”, dijo Hardt, de 18 años.
“Creo que fue eso que me faltó en sencillo, que no luché hasta el final, hay que luchar todos los puntos como si fuera el último ”, reflexionó sobre el choque que perdió 6-2, 6-1 del francés Hugo Gastón, número cuatro del mundo y finalista de la justa. “Tengo que volver a unos Juegos Olímpicos”.
Nacido en Santiago pero que creció en Sosúa, Puerto Plata, de la unión entre una dominicana y un luxemburgués, Hardt aparece cerca en la lista cuando se citan los relevos de la generación actual del tenis criollo.
De hecho, el programa Creando Sueños Olímpicos (CRESO) lo tiene en su portafolio, un apoyo clave para que en este 2018 jugara los cuatro torneos grandes (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open), además de otras competencias en Brasil, Italia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Esos puntos acumulados les permitieron colocarse en el puesto 18 del mundo y clasificarse a los Olímpicos Juveniles, donde alcanzó los cuartos de final en dobles masculino y mixto.
La meta inmediata para lo que queda del año para el jugador que se siente mejor en canchas duras (aquí jugó en tierra batida) es terminar entre los primeros 750 jugadores del planeta (es 1,191 a la fecha) y definir el calendario para la próxima temporada, su primera clml profesional.
