La imagen de sentarse a la mesa, conversar y reír junto a su familia durante la cena, es la que más extraña de su etapa como persona vidente. Esa imagen es su mejor motivación. Cada día el atleta Darwin Castro Reyes se esmera en sus entrenamientos para estar en plenitud de forma y cumplir uno de sus máximos sueños: clasificar a los Juegos Paralímpicos ‘Río de Janeiro 2016’.
Las posibilidades de hacerlo están latentes. El objetivo es registrar su nombre en los 5.000 y 1.500 metros planos. La marca base para los 5.000 es de 16 minutos con 30 segundos (16m30s); él tiene 16m34s. En los 1.500 metros el crono mínimo es de 04m25s, su mejor tiempo es de 04m25s81c.
A la espera de que el Ministerio del Deporte y el Comité Paralímpico Ecuatoriano (CPE) aprueben la planificación del año entrante, Darwin cumple las disposiciones de su entrenador Freddy Moposita y de su guía Sebastián Rosero.
En 2016 existen varios torneos clasificatorios a la cita ‘carioca’: el Grand Prix de Grosseto (Italia) a desarrollarse en marzo, el Open de Atletismo Paralímpico que se realizará en Guaranda (Ecuador), en mayo, y en el mismo mes si no consigue las marcas irá al Grand Prix Loterías Caixa de Río de Janeiro.
Compañero, amigo, hermano…
– ¿Cómo estás Sebastián?, te noto callado.
– Yo estoy bien, Darwin. Tú eres el que está mal.
– ¿Por qué lo dices?
– Porque escogiste mal el color de tus calcetines, no combinan con el resto del uniforme.
Darwin no pudo contener la risa, no pensaba que su guía se fijara en esos detalles. Aquella conversación surgió en la zona de partida de los 5.000 metros del Open Internacional de Medellín (Colombia), en marzo de este año. En dicha prueba, Castro inscribió 17m21s y clasificó a los Juegos Parapanamericanos ‘Toronto 2015’, cuyo tiempo mínimo era de 17m40s.
Sebastián suele hacer este tipo de cosas para que Darwin se relaje, porque si algún defecto tiene, según el guía, es autopresionarse demasiado antes de una competencia. Eso lo lleva a ponerse tenso y perder algo de calma.
Ambos se conocieron en enero de 2014 en el Centro de Alto Rendimiento de Carpuela (Imbabura), en el preselectivo de los Juegos Parasudamericanos ‘Santiago 2014’.
Darwin confiesa que nunca antes se sintió tan a gusto con un guía, los orientadores que la Federación Ecuatoriana de Deportes para Personas con Discapacidad Visual (Fedediv) le asignó antes, no eran malas personas, pero no tenían el entusiasmo y la energía de Rosero.
A Sebastián (23 años), quien fue seleccionado de atletismo de la Universidad Católica, donde se graduó de ingeniero geógrafo y gestor ambiental, siempre le gustó correr. Ahora, como guía de un ciego total, indica que debe estar en mejor forma que Darwin, un joven al que califica de carismático y bastante entregado por representar bien al país. “Es un valiente, pese a su discapacidad, dejó su ciudad y a su familia para triunfar”, expresa.
Castro, quien nació en Cuenca el 6 julio 1993, perdió la vista a los 16 años por una cirugía mal aplicada a sus ojos. Con el tiempo desarrolló glaucoma y amaurosis (daño en el nervio óptico). Adaptarse a manejar el bastón, a escuchar con atención para movilizarse, a leer en Braille… le costó mucho, pero ahora, gracias a la actividad física, ha encontrado su razón de vida.
Proveniente de un hogar humilde, solo desea triunfar para superarse y ayudar a su familia. Su padre, Luis (albañil), su madre, Nieves (40 años) y su hermana, Leslie (14 años), son su inspiración. Por ellos vale la pena cualquier sacrificio. (I)
Darwin Castro vence la discapacidad con el atletismo
