Kilian Jornet acaba de añadir una página más a su historial repleto de proezas: la cuarta victoria en la Hardrock 100, una carrera de 100 millas, unos 160 km, en Colorado, con nada menos que 20.772 metros de ascenso acumulado y un techo imponente, el Handies Park, de 4.218 metros.
Es el mismo hombre que subió dos veces al Everest en una semana es, de forma unánime para los aficionados al Trail Running, una leyenda viva de las carreras de montaña.
Una de las cimas del Sky Running a la que solo acceden 140 atletas por sorteo y en la que, por ejemplo, el propio Kilian tuvo que esperar tres años para poder participar. Desde entonces la ha ganado cuatro veces, la más impresionante la última: venció pese a dislocarse el hombro izquierdo a unos 140 km de meta. Se puso el brazo en un cabestrillo, inmovilizándolo al máximo, y así se mantuvo en cabeza hasta el final, pese al dolor.
“No pensaba que pudiese acabar porque al principio dolía bastante”, dijo Kilian, que resbaló en una zona de nieve blanda cuando apenas llevaba 21 kilómetros.
El corredor de Salomon fue quizás quien más dramatismo quitó a lo que acaba de realizar. “Sólo era un brazo, no una pierna. Y no es la primera vez que se me luxa la espalda”, comentó entre risas en la entrevista servida por la organización, en la que ya lucía un vendaje ‘ortodoxo’.
Kilian había corrido durante un día entero, 24 horas y 31 minutos. 31’ 38’’. Había debutado en la Hardrock 100 en 2014 con victoria y récord de la prueba, un par de horas menos que su marca lesionado, y lo mejoró al año siguiente con su segundo triunfo. El año pasado ganó por tercera vez seguida, esta vez entrando de la mano de Jason Schlarb para repartirse la primera plaza, en uno de esos gestos que hablan de su especial caracter: habían compartido juntos 23 horas de carrera, “y no tenía sentido esprintar para ganar por un minuto o por cinco”.
En el paso más alto, Handies Peak, a 100 km de meta, Kilian ya había caído pero seguía primero. Usaba un solo bastón en lugar de dos por las molestias en el brazo, y después los médicos le arreglaron el vendaje y el cabestrillo, y así hasta el final, permitiéndose incluso rebasar a Joe Grant y a Foote cuando ambos le habían superado unos kilómetros antes. “Primero dolía mucho, luego algo menos y me fui animando. Una pena, porque me encontraba muy fuerte, muy bien y la temperatura era ideal para correr. Es una prueba muy exigente, y se hizo duro porque no dejas de pensar si deberías parar y además al final el dolor volvió a ser más fuerte”. Pero decidió seguir porque, claro, “sólo era un brazo, no una pierna”…
Ni un dislocamiento de hombro detiene a Kilian Jornet
