A los 18 años consiguió el cuarto puesto en los Juegos Paralímpicos de Londres. Y ésta es sólo una de sus sorprendentes proezas. No es tan fácil encontrar a personas como Gerard, que se ilusionen tanto con todo lo que hacen.
Se llama Gerar Descarrega, español medallista de plata mundial.
Su problema de visión no fue obstáculo para que, entusiasmado ante los relatos de las peripecias de su amigo sobre la tabla, Gerard formulara un deseo en voz alta durante su rencuentro: «¡Quiero probar a hacer surf!». Y, aunque algunos pensaron que lo suyo era poco menos que un farol lanzado en plena fase de exaltación de la amistad, a la mañana siguiente se reafirmó en su machada de la noche anterior. «Me llamó a primera hora y me dijo que, ese viernes, se venía a San Vicente de la Barquera (Cantabria) conmigo para intentarlo», recuerda Lucas. Aquel 5 de diciembre amaneció gélido y soleado. «El mar estaba un poco bravo pero no se echaron atrás. Era el momento de hacerlo», rememora Jordi, copropietario de Palosanto Studio y realizador de /SI:/ (transcripción fonética SEA y SEE), el documental que se estrenará en primavera en el que se narra esta gran aventura .»Antes de meternos, le di cuatro o cinco indicaciones sobre la arena… Fueron sólo un par de minutos porque no había quién lo sujetara. 
¡Estaba deseando empezar!», cuenta Lucas. Ante su sorpresa, la primera vez que se puso en pie sobre la tabla en la orilla le dijo: «’Si lo hubiera hecho así en el mar, me hubiera caído, ¿verdad?’. ¡Yo flipaba porque la mayoría de las personas a las que se lo explico no lo entienden y él lo había cogido a la primera. Todo fue muy natural e intuitivo». Llegó el momento. Caminaron juntos hacia el mar. «Al principio, me puse un poco nervioso, pero me concentré en el sonido de las olas que me escupían sin cesar en la cara. Esperé a que llegara la buena y me puse de pie sobre la tabla. ¡Fue increíble!». Lucas apenas daba crédito a la escena que acababa de presenciar: «Un 80% de la gente a la que intento enseñar a surfear, arroja la toalla. Pero él no sólo no se rindió, sino que lo consiguió a la primera». En tierra firme, Jordi les contemplaba a través del objetivo de su cámara sin poder contener la emoción: «No me lo podía creer. Fue un instante mágico en el que dimos rienda a la euforia. Sus caras lo decían todo. Gerard nos demostró que querer es poder, que las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos».Para «un hombre de secano» como él, la hazaña en aguas cántabras fue una prueba de fuego más en toda una vida marcada por su indestructible instinto de superación. «Jugaba muy bien al fútbol pero tuve que dejarlo a los 13 años porque empecé a perder la visión. Entonces, mis padres me animaron a que me apuntara a un club de atletismo de la ONCE». Y le fue tan bien que ha llegado a ser uno de los mejores atletas paralímpicos españoles en cuyo palmarés ya figuran varias medallas como la de plata en 400 metros que logró en el Mundial de Doha 2015. Tras participar en los Juegos Olímpicos de Londres y terminar el Bachillerato, se instaló en la madrileña residencia Blume «para preparar bien Río 2016″.»Si no disfrutas del camino, el objetivo pierde su valor», afirma. Y él, lo hace a tope. «Mi madre ya está acostumbrada a mis locuras. Me ha regalado una cámara para que se las grabe». ¿Su próximo reto? «Puestos a soñar… ¡Subir al Mont Blanc con Kilian Jornet!».
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